Evitar Conflictos con una»Declaración I»
Cómo la Declaración I Crea una Comunicación Efectiva
Las relaciones entre los padres y sus hijos pueden y deben fortalecerse durante la adolescencia. Sin embargo, existe la posibilidad de que en algún momento durante los años de pre y adolescencia, nuestros hijos nos decepcionen o incluso nos enojen. Realmente. Podría suceder! La pregunta es si usamos estos momentos para crear oportunidades para relaciones más cercanas o no. Y un simple cambio en la elección de palabras,» yo «en lugar de» Tú», puede ayudarnos a evitar una discusión. La Declaración I también puede ser un verdadero cambio de juego para una comunicación efectiva.
Cuando estamos en nuestro mejor momento, queremos que nuestros hijos crezcan a partir de la experiencia y nunca querríamos hacer nada que dañe su autoestima o nuestra relación. Sin embargo, nuestros mejores seres no siempre guían nuestras acciones durante momentos acalorados. Cuando estamos decepcionados, a veces queremos que nuestros hijos se sientan culpables. Cuando estamos enojados, a veces queremos que se sientan castigados por lo que han hecho.
Tiempo de espera y Tiempo para la Instrucción
Tiempo de espera. Para los dos. La crianza de los hijos no se hace bien en el calor del momento. Y las lecciones no se absorben en tiempos de alta tensión. Quieres que tu adolescente crezca a partir de la experiencia y entienda por qué lo que hicieron te molestó. Aquí es donde entra en juego una declaración I.
Es natural comenzar discusiones con » Tú.»»Hiciste eso always», «Siempre can» o «Puedes ser tan can»: este enfoque tiende a no ser productivo. Estas discusiones casi siempre son contraproducentes porque generan respuestas arraigadas en la actitud defensiva o la vergüenza: «Yo no did», «Yo no do», o «¡Yo no soy!»Cuando la gente se siente a la defensiva, solo toma un instante antes de que se vuelvan ofensivos, ¡tú eres el que…!»No hay ganar ese tipo de argumentos.
Podemos aprender a navegar con éxito los momentos difíciles para ganar empatía, comprensión y cercanía. Los momentos acalorados ofrecen una visión de cómo se sienten los demás y nos dan la oportunidad de obtener una apreciación más profunda de nuestros propios sentimientos. Por ejemplo, podemos aprender que nos sentimos más enojados cuando nos preocupamos más. Esto significa que nuestros momentos más frustrantes, incluso enloquecedores, nos ofrecen la oportunidad de renovar y profundizar nuestra comprensión de lo mucho que nos preocupamos y nos importamos unos a otros.