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El Confidencial

A estas alturas, todos conocemos los beneficios nutricionales del bacalao -Gadus morhua-, que disfrutamos en múltiples elaboraciones. No sucede así con el aceite que se extrae de su hígado, que pasa inadvertido ante la mayoría de los comensales, si bien es cierto que es un viejo conocido de nuestras madres y abuelas, quienes solían dárselo a los infantes de la casa para potenciar su fortaleza o abrir el apetito. Por entonces, su sabor era de lo más desagradable y el responsable de que esas generaciones lo recuerden sin demasiado cariño; a pesar de que una marca tuvo la idea de añadir naranja a la solución para mejorar el sabor, aunque, para ser francos, sin demasiado éxito.

A pesar de todo, ha llegado a nuestros días y podemos encontrarlo en versión líquida, cápsulas o pastillas con un sabor mucho más mejorado y, por lo tanto, agradable, pues desprende un aroma que recuerda a las sardinas y un gusto repleto de matices a pescado.

Vitaminas A y D, las protagonistas de su valor

Al contrario de lo que muchos suelen pensar, es diferente al proveniente del pescado, pues se hace con el tejido de pescados grasos como el salmón, la caballa o el arenque; mientras que el proveniente del bacalao se elabora únicamente con el que se extrae de su hígado, principalmente del Atlántico o de Noruega.

Foto: iStock.

Claro que tiene un perfil nutricional que reclama muchas matizaciones. Rebosa vitaminas A y D. Según la Base de Datos Nacional de Nutrientes de los Estados Unidos (USDA), una cucharadita -13,6 g- de la primera contiene 4,080 microgramos, siendo la ingesta recomendada 700 microgramos diarios para las mujeres y 900 para los hombres; y 34 microgramos de vitamina D, cuya ingesta diaria es de 15 microgramos diarios. Como podemos ver, son cifras muy superiores a las establecidas, por lo que debemos consumirlo moderadamente si no queremos correr el riesgo de sufrir hipervitaminosis y, por lo tanto, síntomas desagradables como náuseas, debilidad, vómitos o pérdida del apetito, entre otros.

No obstante, ambas vitaminas tienen gran importancia para la salud. Así, la A garantiza la salud visual, especialmente la nocturna, el fortalecimiento del sistema inmune, la prevención de enfermedades y la reproducción e incluso ayuda al funcionamiento regular de los riñones, los pulmones y el corazón. La D es esencial para la absorción del calcio y, por lo tanto, la prevención de enfermedades derivadas como la osteoporosis, el raquitismo o la osteomalacia. También interviene en la salud muscular, del sistema inmunitario o la transmisión nerviosa.

Reduce el riesgo de ataques cardiacos, trata los triglicéridos altos, la presión arterial alta y la artritis reumatoide

Asimismo, en torno al 20% de su composición son ácidos grasos omega 3, más concretamente ácido docosahexaenoico y ácido eicosapentaenoico. Tal y como hemos comentado en otras ocasiones, intervienen en muchas funciones de nuestro organismo como el crecimiento celular, la actividad muscular, el sistema inmunitario o el endocrino. No obstante, uno de sus cometidos más importantes es la regulación del colesterol, cuyos niveles elevados son la causa de numerosas enfermedades, especialmente cardiovasculares. Tal y como apunta la Clínica Mayo en su web, «el aceite de hígado de pescado puede ayudar a reducir el riesgo de sufrir un ataque cardíaco y un accidente cerebrovascular, al tratar los triglicéridos y la presión arterial altos o mejorar los síntomas de la artritis reumatoide».

La moderación, la clave para beneficiarse

A pesar de las bondades y los beneficios de este aceite, no todo el mundo puede consumirlo con liberalidad. Tal y como refleja un artículo publicado en la prestigiosa revista ‘The Medscape Journal of Medicine’, del que se hace eco la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, «deben evitar el aceite de hígado de bacalao las personas asmáticas, las que toman anticoagulantes como la warfarina y las mujeres embarazadas, en tanto que una sobreingesta de vitamina A puede conllevar defectos congénitos en el feto».

No obstante, también puede comportar efectos secundarios desagradables como acidez, mal aliento o náuseas, entre otros. Sin embargo, estos se pueden mitigar si el aceite se ingiere junto con otros alimentos.

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Asimismo, algunos organismos como el portal Medline Plus, el servicio de salud online promovido por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, advierte que la ingesta de elevadas dosis de este aceite «podría impedir la coagulación de la sangre, aumentar la probabilidad de sangrado e incrementar en demasía los niveles de vitamina A y vitamina D, conllevando una hipervitaminosis».

Teniendo en cuenta estos datos, ¿cuál es la dosis recomendada para disfrutar de sus muchos beneficios y evitar las consecuencias negativas? Según dicho portal, «la dosis apropiada depende de varios factores como la edad o el estado de salud. Hasta el momento, no existe suficiente información científica para determinar un rango apropiado de dosis de aceite de hígado de bacalao. Además, hay que recordar que los productos naturales no siempre son inocuos y las dosificaciones pueden ser importantes. Por lo tanto, es importante asegurarse de seguir las instrucciones correspondientes contenidas en los productos».

Por otra parte, seguro que muchos se preguntan si este aceite contiene restos de contenidos tóxicos, a tenor de las constantes informaciones y estudios recientes que advierten que algunas especies de pescados frescos contiene sustancias tóxicas perjudiciales para la salud. Pues parece ser que no hay motivo de preocupación. Al menos, es la conclusión al que llegó un estudio, también publicado en la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos. Según este, «los riesgos de exposición a las toxinas ambientales y la hipervitaminosis con el consumo de pescado se reducen sustancialmente a través de procesos de purificación utilizados para desarrollar suplementos concentrados seleccionados de aceite de pescado y preparaciones recetadas».

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