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«Enamorarse hace que nuestro cuerpo libere una avalancha de productos químicos para sentirse bien que desencadenan reacciones físicas específicas», dijo Pat Momby, PhD, codirector de la Clínica de Bienestar Sexual de Loyola y profesor del Departamento de Psiquiatría & Neurociencias Conductuales de la Escuela de Medicina Stritch de Chicago (SSOM) de la Universidad Loyola. «Este elixir interno de amor es responsable de hacer que nuestras mejillas sean ruborizadas, nuestras palmas suden y nuestros corazones se aceleren.»
Los niveles de estas sustancias, que incluyen dopamina, adrenalina y norepinefrina, aumentan cuando dos personas se enamoran. La dopamina crea sentimientos de euforia, mientras que la adrenalina y la norepinefrina son responsables del golpeteo del corazón, la inquietud y la preocupación general que acompañan a experimentar el amor.
Las imágenes por resonancia magnética indican que el amor ilumina el centro del placer del cerebro. Cuando nos enamoramos, el flujo sanguíneo aumenta en esta área, que es la misma parte del cerebro implicada en comportamientos obsesivo-compulsivos.
«El amor reduce los niveles de serotonina, que es común en personas con trastornos obsesivo-compulsivos», dijo Mary Lynn, DO, codirectora de la Clínica de Bienestar Sexual de Loyola y profesora asistente del Departamento de Obstetricia & Ginecología, SSOM. «Esto puede explicar por qué nos concentramos en poco más que en nuestra pareja durante las primeras etapas de una relación.»
Los médicos advierten que estas respuestas físicas al amor pueden funcionar en nuestra desventaja.
«La frase’ el amor es ciego ‘es una noción válida porque tendemos a idealizar a nuestra pareja y solo vemos las cosas que queremos ver en las primeras etapas de la relación», dijo el Dr. Momby. «Los forasteros pueden tener una perspectiva mucho más objetiva y racional de la asociación que las dos personas involucradas.»
Hay tres fases del amor, que incluyen lujuria, atracción y apego. La lujuria es una fase impulsada por las hormonas en la que experimentamos el deseo. El flujo sanguíneo al centro de placer del cerebro ocurre durante la fase de atracción, cuando sentimos una fijación abrumadora con nuestra pareja. Este comportamiento se desvanece durante la fase de apego, cuando el cuerpo desarrolla una tolerancia a los estimulantes del placer. Endorfinas y hormonas la vasopresina y la oxitocina también inundan el cuerpo en este punto, creando una sensación general de bienestar y seguridad que conduce a una relación duradera.